-No entiendo nada. Me gustaría que alguien me explicara por qué me han traído aquí, con tanta soledad. Y el frío que hace. No comprendo lo que ha pasado en los últimos días, con lo tranquilita que estaba yo, con lo a gusto que estaba en el mejor sitio del mundo, donde mejor se está.

-Que alguien me explique a cuento de qué tanto viaje, tantísimos kilómetros, tantos aviones, todo el día para arriba y para abajo. Cuando vi que me movían de sitio, empecé a preocuparme, aunque al darme cuenta de que estaba en las manos de Javi, me tranquilicé un poco. También en mi asiento de aquel avión, con el Gran Capitán a mi lado, me dije: “estando éste conmigo, nada malo me puede pasar”.

-Luego, esos días en esa ciudad tan fría y tan lejana. Estuve a punto de echarme a llorar cuando faltaba tan poco tiempo y estaba viendo que mis dueños iban a dejar de serlo de un momento a otro. Menos mal que apareció por allí Andrés, y metió ese golazo de cabeza, y luego Cheva y antes Enzo. Entre la explosión de alegría que se produjo a mi alrededor, vaya locura, sin darme cuenta, de repente, ya estaba otra vez en otro avión. ¿Y ahora a dónde me llevan?. Después de muchas horas más de vuelo, llegamos a este sitio donde estoy ahora.

-Ha sido terrible. Enzo me coge y me entrega a un tipo llamado Infantino, y el tal Infantino me pone en las manos de una señora llamada Liz Cameron, y hasta hoy. Yo no sé que hago aquí. Yo no quiero estar aquí. Yo quiero volver a mi museo, a ese mágico lugar donde recibía tantas visitas de hombres, mujeres y niños emocionados. Yo quiero estar en mi peana, recibiendo esas caricias reverenciales, esos besos que me daban, haciéndome miles y miles de fotos con gente feliz, con gente orgullosa a mi lado, con mi amiga la Supercopa de Europa y con el chiquitín ese que llegó hace unos meses con forma de balón dorado que dice que representa al mejor equipo del mundo. Yo no he sido más feliz en mi vida que desde aquella noche del 10 de mayo de 2006.

-Yo quiero volver a vestirme de blanco y carmesí, yo quiero estar de nuevo paseándome por esas calles tan hermosas, escuchando a cientos de miles de sevillistas expresar su maravillosa locura por tenerme con ellos.

-Yo quiero estar otra vez bajo el cielo azul de Sevilla y no en este sitio tan gris. Yo quiero posarme de nuevo a los pies de la Giralda, y de la Virgen de los Reyes, yo quiero volver a mi tierra, porque yo ya soy tan sevillana como pueda serlo la Puerta del Príncipe. Y sevillista. Sintiéndome tan sevillana como he aprendido a sentirme en estos meses ¿qué voy a ser si no sevillista? ¿Qué hago yo aquí? Yo no quiero estar aquí , ni quiero irme a ningún otro sitio que no sea la capital de Andalucía, al corazón de Nervión.

-Me han dejado aquí tan solita…Enzo, cuando se fue, me dio un beso y me dijo al oído: “sé buena y pórtate bien, que en dos mesecitos volvemos a por ti”. Y si me lo ha dicho Enzo, yo me lo creo. Mientras vuelven, me entretendré cantando esas canciones tan bonitas que he aprendido y que nadie, nunca, podrá ya quitarme del corazón: “lololololooooooo, lolololooooooooo…vamos, mi Sevilla, vamos Campeón…..”…”Vamoooos, vamooosss mi Sevilla, yo te llevoooo dentro, de mi corazón”.No tardéis demasiado, por favor… ¿Y qué diablos serán estas gotas saladas que, de vez en cuando, se resbalan por mi cuerpo, por mis aristas octogonales y van formando un surco de sentimiento, hasta morir en mi base de mármol?

Por: Jesús Alvarado